domingo, 29 de enero de 2012

GRIETAS SILENCIOSAS





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Listin Diario, Ventana 28 Enero 2012 0 Comentarios




FOTOGRAFÍA

Grietas silenciosas

A DOS AÑOS DEL TERREMOTO DE HAITÍ, EL FOTÓGRAFO DOMINICANO JORGE CRUZ, MUESTRA FOTOGRAFÍAS DE LA TRAGEDIA EN LA EXPOSICIÓN 'GRIETAS SILENCIOSAS', QUE INCLUYE TAMBIÉN EL CORTOMETRAJE “PARA TODA LA VIDA”







Yaniris López


Santo Domingo

Hace doce años, cuando se inició en el mundo del reporterismo gráfico, Jorge Cruz imaginaba que el oficio al que le dedicaría el resto de su vida sería más light, más suave, con todo y que el primer servicio que le tocó cubrir en la que siempre ha sido su casa, LISTÍN DIARIO, fue un intento de atraco a una persona que salía de una institución bancaria.
Luego haría fotos de todo tipo.
Las más duras, las que más le tocaron, no fueron las que hizo en huelgas callejeras o en temporada de huracanes, sino aquellas tomadas en servicios en los que estuvieron involucrados niños, como aquella cobertura en Las Caobas, en fecha que no recuerda, de un hombre que mató a toda su familia: a su mujer, a sus tres hijos y a una hermana. Como la policía no les permitió a los reporteros entrar a la casa, Jorge vio por una rendija cómo era movido de lugar el cuerpecito de un niño de dos años; la escena lo marcó mucho más porque él ya era padre de un niño pequeño.
O aquella vez en que dejaron a los reporteros encerrados en el vacacional de Haina, mientras cubrían las incidencias de un desalojo, y llovieron las bombas lacrimógenas y las balas por todo el lugar. En medio del caos estaba un niño, y Jorge pensó: “O tomo la foto o tomo al muchachito”.
Al final tomó al niño y lo llevó con él y otro camarógrafo a una casa destechada del vacacional y hasta allá llegaron las bombas. El padre del niño apareció, tomó al chico y Jorge salió de allí casi muriéndose, recuerda, porque sufre (ya no tanto) de asma.
Estos servicios, sin embargo, ya no le parecen tan dramáticos. No desde que viviera, en la tarde del martes 12 de enero de 2010, su hasta ahora más conmovedora experiencia profesional y personal: estar presente en Puerto Príncipe, capital de Haití, justo cuando un terremoto de 7.0 puntos en la escala de Ritcher castigaba la ciudad, dejando más tarde un saldo de casi 300,000 personas muertas y una ciudad entera damnificada y enterrada en el polvo.
En trabajo
Era la segunda vez que Jorge se encontraba en Puerto Príncipe como compañero gráfico del periodista Javier Valdivia, donde cubrían servicios sobre las relaciones entre las dos naciones. Ambos iban en un vehículo subiendo las calles empinadas de Petion Ville, acompañados por dos anfitriones haitianos, cuando vieron a la gente bajar corriendo la loma. Al principio pensaron que se trabaja de un robo, algo así. Jorge, incluso, tomó fotos desde la camioneta de la gente corriendo.
La camioneta se movía como una hamaca, con un movimiento leve. Un segundo “remeneón” le indicó a Valdivia, peruano y por tanto un poco familiarizado con los sismos, que se trataba de un terremoto. Y de uno muy fuerte. La camioneta los dejó en una bomba de gasolina y sólo al ver el polvo subir desde la ciudad, llenándolo todo, Jorge pensó: “Tengo que tomar fotos”.
En los próximos días, sus imágenes llenarían páginas impresas y virtuales de diarios, blogs y agencias internacionales.
Las suyas fueron, tal vez, las primeras imágenes profesionales tomadas de la catástrofe.
“Cuando vimos el polvo subir nos dimos cuenta de que había pasado algo terrible. Vimos a la gente como maniquíes, llenos de polvo. Pensé hay que tomar fotos, para qué, no sé, pero hay que tomar las fotos. Las tomé por compromiso, porque sabía que alguien tenía que verlo, si me llevo de lo que pienso en ese momento guardo la cámara en el bulto y me fajo a dar gritos, pero hay que pensar en el trabajo, lo que hago y para quién. Y para que alguien vea eso”.
Los primeros días fueron duros, admite, y las imágenes que le tocó tomar y observar aún martillan en su cerebro.
“Me conmovieron los niños, eran muchos. La gente habla de adultos, pero los que más murieron fueron niños. En un monasterio un señor me dijo que no le tomara fotos a su niño. Yo me preparé para tomar la foto, y él me dice: ‘No hagas foto a mi hijo, ayúdalo’. Yo solté la cámara y cuando le puse la mano, el niño estaba muerto. Abracé al señor, que duró como un minuto abrazado a mí, fuerte, como cuando tienes mucho tiempo que no ves a una persona. Luego me soltó y siguió pidiendo ayuda”, cuenta Jorge.
Se quedaron en Haití hasta el viernes siguiente. Vivieron el caos, el hambre. En el hotel, cuya mitad resultó afectada por el sismo, les ofrecieron un guineo y la mitad de un sándwich a las tres de la madrugada.
EXPOSICIÓN EN LA ZONA COLONIAL

Los haitianos, que regularmente se muestran apáticos a las fotografías, no dieron mucha importancia a la caterva de medios que invadió la ciudad tras el terremoto.
“Te pasaban por el lado y eran como zombies, no miraban a los lados, no te decían nada”, dice Jorge.
Del impacto del terremoto en Haití en 2010 y al día de hoy, el fotógrafo ha tomado alrededor de 3,000 fotos. El año pasado cedió algunas al realizador Samuel Esteban, que preparaba un corto sobre el terremoto en Haití.
El corto, titulado “Para toda la vida”, y veinte de las primeras fotografías del terremoto tomadas por Jorge se muestran hasta el próximo martes 31 de enero en Brother Escuela de Creativos, en la calle Palo Hincado No. 106 de la Zona Colonial.
Después del terremoto, Jorge ha vuelto unas siete veces a Puerto Príncipe. Espera, algún día, tomar las fotografías del Haití reconstruido, del Haití bien presentado. “Sí, me gustaría tomar esas fotos ñasegurañ. Me gustaría ver a Haití sin polvo, a la gente con los pies limpios”.






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